Por: MSP. José Noé Rizo Amézquita, Investigador en Salud y Seguridad Social, Conferencia Interamericana de Seguridad Social, CISS.
El legado del VIH/SIDA
Una de las crisis sanitarias más severas y significativas del siglo XX fue la aparición e identificación del VIH/SIDA a principios de 1980. La epidemia originada por la transmisión del virus de inmunodeficiencia humana, mismo que desencadena el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, afectó a millones de personas en el mundo, comprometiendo los sistemas de salud y políticas públicas al respecto. Sin embargo, esta epidemia reveló también las profundas desigualdades socioeconómicas y de acceso a la salud entre diferentes sectores poblacionales de diversos países, exponiendo en particular las deficiencias de los países menos desarrollados. En consecuencia, la comunidad internacional mostró una rápida respuesta impulsando la investigación científica en el campo de la salud como en el de las ciencias sociales. La consecuencia fue un desarrollo de avances sin precedentes entre los que destacan el desarrollo de la terapia antirretroviral (TAR) y estrategias de prevención efectivas como la profilaxis preexposición (PrEP), la distribución de jeringas y agujas esterilizadas y la educación sobre prácticas sexuales seguras.
La situación actual
Pese a la rápida respuesta y los innegables progresos en la atención al VIH, aún durante este primer cuarto del siglo XXI son múltiples los desafíos a enfrentar. A partir del análisis de la base de datos del Estudio de la Carga Global de Enfermedades 2019 y la extracción de datos globales, regionales y nacionales sobre la prevalencia del VIH/SIDA, las muertes y los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), Tian et al. (2023) reportaron que para 2019 se registraron 36.85 millones de casos de VIH/SIDA, 863.84 mil muertes y 47.63 millones de AVAD, encontrándose los AVAD globales más altos por VIH/SIDA en el grupo de edad de 40 a 44 años. Sin embargo, es también cierto que desde su identificación a la fecha se ha logrado un avance en términos de la prevención y atención. Globalmente, el empleo a nivel de TAR ha conseguido una reducción del 45% en la mortalidad a partir del 2010 y para 2021, el estimado de nuevas infecciones por VIH fue 54% menor que en 2001. Si bien esos datos son alentadores, es importante señalar que la disminución del número de nuevas infecciones en una región (e.g., África subsahariana) se acompaña del aumento en otra (e.g., Asia central; Nachega et al., 2023)
El horizonte 2030 y los retos persistentes
En su informe sobre la actualización mundial del SIDA en 2024, ONUSIDA ha manifestado la posibilidad de acabar con la epidemia para 2030. Entre los datos que sustentan dicha afirmación se encuentra que en 2023 se tuvo el menor registro de personas que contrajeron el VIH desde finales de los años 80 del siglo pasado. Igualmente, aun aproximado de 31 millones de personas recibían TAR, lo cual se tradujo en el menor número de muertes desde el máximo registrado en 2004. Sin embargo, no deja de señalar que la posibilidad real de alcanzar esta meta depende en gran medida del esfuerzo global que asegure la disponibilidad de recursos suficientes y sostenibles al alcance de la población general y las poblaciones de riesgo, además de proteger los derechos humanos de todos. También, señala, es importante notar que el devastador escenario originalmente acontecido en África oriental y meridional se ha desplazado a otras regiones como Europa oriental y Asia central (ONUSIDA, 2024). Todo ello en un contexto en donde además la emergencia de cepas resistentes al tratamiento y las brechas en la detección temprana subrayan la necesidad de estrategias innovadoras y de un enfoque multisectorial (Nastri et al. 2023).
Metas 95-95-95 de ONUSIDA
Las metas 95-95-95 fueron establecidas por ONUSIDA como una estrategia para controlar la epidemia:

- Primera meta: que el 95% de las personas que viven con VIH conozcan su estado serológico. Esta meta pone el énfasis en la importancia del diagnóstico temprano que evite complicaciones posteriores relacionadas con la progresión del virus y para reducir su transmisibilidad. Para ello es importante ampliar el acceso a pruebas diagnósticas, tanto autoadministradas como realizadas en centros comunitarios, que permitan alcanzar a poblaciones vulnerables y no vulnerables. Sin embargo, esto debe ser acompañado de programas y/o campañas de sensibilización y eliminación del estigma asociado a la realización de esta prueba.
- Segunda meta: que el 95% de las personas diagnosticadas con VIH reciban terapia antirretroviral (TAR) continua. Dificultades asociadas a ésta son el estigma y la discriminación a portadores del VIH, así como las limitaciones financieras y logísticas que complican la adquisición de insumos, su preservación y distribución. Esto dificulta y/o demora el inicio y la continuidad de la TAR. Es en esta meta donde los líderes mundiales y el diseño e instrumentación de políticas públicas juegan un papel crucial para garantizar la equidad en el acceso y el fortalecimiento de los sistemas de salud.
- Tercera meta: que el 95% de las personas en tratamiento logren la supresión viral. Esta meta depende de que los portadores de VIH mantengan una adherencia terapéutica estricta a la TAR y del constante monitoreo de su carga viral. Esto requiere estrategias innovadoras que consideren las necesidades específicas de los pacientes, incluyendo soporte psicosocial y educación continua sobre el tratamiento.
El establecimiento secuencial de estas metas prevé una secuencia lógica a nivel personal por la cual, la temprana detección del VIH lleva a su atención mediante TAR, que, con una adherencia óptima al tratamiento, disminuye drásticamente la carga viral del portador. Finalmente, la menor carga viral minimiza el riesgo de transmisión, contribuyendo a la prevención de nuevas infecciones. Además, los portadores de VIH podrían experimentar una mejora significativa en su calidad de vida, con una disminución de la morbilidad y la mortalidad asociada. Sin embargo, también tienen un impacto a nivel global debido a que su cumplimiento fortalece los sistemas de salud al optimizar el uso de los recursos y alinear los esfuerzos hacia una visión conjunta de control epidémico.
Desafortunadamente y como se mencionó antes, la lucha contra el VIH/SIDA sigue encarando el estigma y la discriminación hacia las personas con VIH. Las barreras al acceso al tratamiento siguen siendo una preocupación apremiante y las desigualdades en la distribución de los servicios y el costo de los medicamentos mantienen la exclusión de ciertos grupos poblacionales. La adherencia al tratamiento es lábil lo que compromete la supresión viral. Así, es imprescindible enfrentar estas barreras desde un enfoque multisectorial que involucre a gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil para garantizar una respuesta eficaz y equitativa al VIH/SIDA.
Innovaciones en el Tratamiento y el Mensaje I=I
Las innovaciones en el tratamiento, como la inyección de acción prolongada, y mensajes transformadores como I=I, representan avances significativos en el manejo y la percepción del VIH. El Cuadro 1 describe y resume el desarrollo de la inyección de acción prolongada mientras que en el Cuadro 2 se describe y resume el Mensaje I=I.


Retos en materia de salud pública
La respuesta al VIH-SIDA enfrenta múltiples desafíos que requieren una atención integral y sostenida a nivel de salud pública. Entre los principales se encuentra el financiamiento sostenible que permita garantizar en el corto, mediano y largo plazo los programas de prevención, diagnóstico, tratamiento y atención integral. El fortalecimiento de los sistemas de salud también capital y secundario al anterior. Esto ya que se requiere de una inversión significativa en infraestructura, capacitación del personal de atención a la salud, el desarrollo de tecnología, su adquisición, mantenimiento y operación, así como la disponibilidad de los medicamentos. Finalmente, es esencial abordar las desigualdades que mantienen la vulnerabilidad frente al VIH. Esto incluye diseñar e implementar intervenciones que atiendan las necesidades de poblaciones vulnerables como hombres que tienen sexo con hombres, personas transgénero, trabajadoras sexuales y usuarios de drogas inyectables, así como aquellas que viven en contextos de pobreza extrema.
Adicionalmente, abordar el VIH desde la atención primaria de la salud facilitaría el acceso a los servicios y la continuidad de su tratamiento, especialmente en áreas rurales o con recursos limitados. Todo ello sin menoscabar la atención conjunta a otras enfermedades consideradas prioritarias en la salud pública, como la tuberculosis, las enfermedades crónicas no transmisibles y la prevención de futuras pandemias. Un enfoque sinérgico como el descrito optimizaría los recursos disponibles acrecentando la eficiencia de la atención a la salud.
Conclusión
La respuesta al VIH abarca aspectos que van desde la prevención y el tratamiento, como la generación de sistemas de salud y políticas públicas inclusivas y resilientes que favorezcan, no solo alcanzar las metas 95-95-95, sino también alcanzar el fin de la epidemia para 2030, como ha señalado ONUSIDA. La integración de esfuerzos de sectores políticos, científicos, profesionales de la salud y la población es necesaria para superar esta crisis de salud pública.
Referencias
Bush, L. M., Nguyen, C., & Maska, E. (2024). HIV and Undetectable= Untransmittable (U= U): Decreasing 1 Sexually Transmitted Infection While Addressing Others. Infectious Diseases in Clinical Practice, 32(4), e1363.
Nachega, J. B., Musoke, P., Kilmarx, P. H., Gandhi, M., Grinsztejn, B., Pozniak, A., … & Quinn, T. C. (2023). Global HIV control: is the glass half empty or half full?. The Lancet HIV, 10(9), e617-e622.
Nastri, B. M., Pagliano, P., Zannella, C., Folliero, V., Masullo, A., Rinaldi, L., Galdiero, M., & Franci, G. (2023). HIV and drug-resistant subtypes. Microorganisms, 11(1), 221.
ONUSIDA. (2024). La urgencia del ahora: El sida frente a una encrucijada. Actualización mundial sobre el sida 2024. Programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida. Ginebra.