Principales retos que enfrenta la Salud Pública en México para 2030

En la opinión del MSP José Noé Rizo Amézquita*

Investigador en Salud y Seguridad Social, Conferencia Interamericana de Seguridad Social

Director de la Sección Técnica de Determinantes Sociales de la Salud, Sociedad Mexicana de Salud Pública

Profesor de Salud Pública y Comunidad, Departamento de Salud Pública, Facultad de Medicina de la UNAM

Introducción

            La salud pública en México se enfrenta actualmente a grandes y significativos retos, mismos que se reflejan tanto las transformaciones globales como problemáticas locales que impactan el bienestar de su población. Entre los principales desafíos se encuentran las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) como la diabetes (más de 12.4 millones de personas viven con diabetes) e hipertensión arterial sistémica (HTA) (más de 500,000 personas viven con HTA), se mantienen como las principales causas de morbilidad y mortalidad. A la par, la presencia de desigualdades en el acceso a servicios de salud, ocasionadas por amplias brechas socioeconómicas y geográficas. Estás desigualdades limitan la atención oportuna y de calidad en grupos vulnerables y grupos minoritarios. Asimismo, las enfermedades transmisibles y emergentes confrontan el ya de por sí minado sistema de atención a la salud en México, enmarcado, además, en un contexto de globalización, urbanización y cambio climático.

Al mismo tiempo se viven grandes desafíos para un sistema de salud que se encuentra en plena reestructuración que requieren atención multisectorial. Hoy, en un contexto post pandémico, la salud mental, relegada desde hace décadas, surge ahora como una prioridad de salud pública dado el aumento de trastornos psicosociales con su respectivo impacto socioeconómico desde el núcleo familiar y el componente individual. Se incorpora el cambio climático que intensifica y hace visibles algunos riesgos para la salud, como enfermedades transmitidas por vectores y desastres naturales sin dejar de lado los retos estructurales vinculados a las necesidades permanentes ocasionadas por el insuficiente financiamiento del sistema de salud, la falta de personal de salud donde se necesita y la imperiosa necesidad de incorporar innovaciones tecnológicas como la digitalización del sistema de salud y el acceso a herramientas derivadas de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático.

El complejo panorama vislumbrado requiere de un enfoque integral y sostenible para abordar estos retos de manera eficaz, en esferas macro que van de las políticas públicas hasta las micro, representadas por las personas que en particular tienen necesidades que deben ser atendidas por los servicios de salud en México. Revisemos los retos antes mencionados que sin lugar a duda es indispensable atender para favorecer la igualdad y la equidad en todos los rincones del país.

1. Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ENT)

Las ENT, como la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial sistémica, la obesidad y sobrepeso, así como las enfermedades cardiovasculares, representan un desafío significativo para la salud pública en México. Actualmente, estas enfermedades ocasionan una alta morbi-mortalidad, la cual se vincula estrechamente a la generación de una gran carga económica al sistema de salud mexicano (OPS, 2025). En un recorrido histórico desde 1990, cuando las ENT representaban en 57% de las muertes en México, a 2021 representan el 80% (INAPAM, 2024). Este índice al alza sugiere la ausencia de acciones eficaces que mitiguen este tipo de enfermedades, con sus riesgos asociados, como el hábito tabáquico (incluidos los efectos de la exposición al humo ajeno); la alimentación poco saludable, incluido el consumo excesivo de sal, azúcar y grasas; el consumo nocivo de alcohol; y la actividad física insuficiente, sin olvidar un reto importante para el sistema de salud como lo es la adopción de políticas públicas, acompañadas de recursos para modificar los entornos sociales, comercial y físicos ya que son factores que propician conductas de riesgo. Además de la presión al gasto público, las ENT pueden llegar a representar hasta el 41% del gasto en salud del gasto en los hogares por el gasto en medicamentos y otros aspectos relacionados su atención médica (OMS, 2024a).

Entre los factores contribuyentes y que son prevenibles se encuentran los hábitos alimenticios y el sedentarismo. Particularmente, la obesidad infantil siendo que México cuenta con más de 16 millones de niños y adolescentes afectados por el consumo de alimentos ricos en azúcar, grasas y sal, y la inseguridad alimentaria en familias de bajos ingresos. Esto se ve agudizado por la desigualdad económica que limita el acceso a alimentos nutritivos y la falta de motivación para la actividad física (Morán, 2024).

En respuesta a este panorama, el gobierno mexicano ha instrumentado distintas medidas para hacer frente a estos factores de riesgo, como la prohibición de la venta de comida chatarra o ultra procesados (altos en azucares, grasas saturadas, sodio etc.) en las escuelas de educación básica, a fin de fomentar hábitos alimenticios saludables y reducir la obesidad infantil (Morán, 2024). Además, es necesario generar una la inversión sostenida en infraestructura y recursos humanos para mejorar la capacidad de respuesta del sistema de salud ante la creciente carga estas enfermedades (OMS, 2024b). Sin embargo, aún es importante desarrollar y evaluar nuevas estrategias para establecer políticas públicas en materia de salud que promuevan estilos de vida saludables y fortalezcan el sistema de salud. En este sentido, la colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil organizada es crucial para reducir el impacto de las ENT en la población mexicana (OPS, 2025).

2. Desigualdades en el acceso a servicios de salud

El acceso a servicios de salud en México presenta profundas desigualdades que afectan mayormente a poblaciones históricamente vulnerables y poblaciones minoritarias, entre las cuales podemos enlistar una serie interminable relacionadas con factores socioeconómicos, geográficos y culturales (Gutiérrez et al., 2021). Esto compromete el acceso y cobertura universal efectiva a servicios de salud, vulnerando este derecho humano en repetidas ocasiones a una sola persona que requiere utilizar los servicios de salud.

Entre las regiones con mayor afectación debido a este fenómeno se encuentran principalmente las zonas rurales e indígenas, ya que éstas carecen en forma importante de infraestructura y profesionales de la salud para atender sus necesidades (CISS, 2021). Esto se refleja en una disparidad geográfica que se traduce en barreras de acceso para entidades federativas como Oaxaca, Chiapas y Guerrero que tienen los índices más bajos de acceso a servicios de salud, en comparación con entidades federativas y las zonas urbanas como Ciudad de México y Nuevo León, que concentran además los mejores recursos médicos (INEGI, 2023). Los esfuerzos por ampliar la cobertura han sido actualmente insuficientes ya que aproximadamente el 18.7% de los mexicanos aún no cuentan con acceso regular a servicios de salud (INSP, 2021). Adicionalmente, la transición del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) al IMSS-Bienestar aún no se consolida en todas las entidades federativas, situación que genera incertidumbre sobre el alcance real de los servicios gratuitos y universales (Fundar, 2021).

La desigualdad de género es también un reto. Históricamente las mujeres han enfrentado grandes desigualdades en el acceso a servicios de salud en particular en salud sexual y reproductiva. En regiones con mayor marginación, la atención prenatal y el acceso a métodos anticonceptivos son limitados, lo que contribuye a tasas más altas de mortalidad materna (García, 2023). Además, la brecha laboral, representada en múltiples aspectos, desde salarial hasta de permisos por aspectos familiares, se presenta en forma exacerbada en mujeres con respecto a los hombres. Aunque estos también presentan algunas, como la menor esperanza de vida y una mayor carga de años de vida ajustados por discapacidad. (PAHO, 2020).

Como se mencionó antes, la falta de infraestructura y recursos genera la escasez de hospitales, clínicas y personal capacitado. Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) muestran que, para 2018, el 87% de la población rural tuvo acceso a servicios de salud cercanos, la cual se redujo al 70% en 2020 (García, 2021). La alta concentración de personal de la salud en regiones específicas del país, como la Ciudad de México, respecto a otras regiones como las zonas rurales, particularmente en el sureste de México, perpetúa esta desigualdad. Igualmente, en 2022, solo el 40% de la población tenía acceso a seguridad social, según datos del INEGI, lo que ocasiona que el resto de la población recurra al sector privado o a instituciones subvencionadas por el gobierno, con el respectivo gasto que esto representa para ambas esferas, gobierno y sociedad (El País, 2024). La inclusión es también un factor persistente en el mantenimiento de esta brecha. Las barreras idiomáticas y culturales complican la interacción de sectores indígenas con el personal médico y la falta de enfoque intercultural sostiene la exclusión de estos grupos. Lo anterior se refleja en casos como la mortalidad materna e infantil, la cual más alta en regiones indígenas y rurales. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en 2021 la mortalidad materna fue mayor en estados del sur que en el norte del país (SS, 2021). Igualmente, pacientes con diabetes e hipertensión en zonas rurales tienen menor acceso a medicamentos y tratamientos (SS, 2022). Esto redunda en mayores complicaciones y, por ende, mayor morbi-mortalidad. La reciente pandemia por COVID-19 dejó claras estas desigualdades, ya de por sí visibles, siendo que la población vulnerable fue quien menos acceso tuvo a pruebas y a atención especializada.

El fortalecimiento en infraestructura de estas zonas marginadas es crucial para hacer frente a esta desigualdad. Es menester la construcción y rehabilitación de hospitales y clínicas rurales, así como garantizar el acceso a recursos básicos como medicamentos, equipo médico y personal capacitado. Para ello, la formación y retención de médicos en estas zonas es capital, por lo que deben implementarse programas que otorguen incentivos económicos y programas de desarrollo profesional para que profesionales que laboren en zonas de difícil acceso. También es importante implementar programas que reduzcan el gasto por hogar para la atención a la salud. Programas como subsidios para medicamentos esenciales y tratamientos especializados son requeridos. Salvar la brecha intercultural necesita de incorporar intérpretes de lenguas indígenas y sensibilizar al personal médico sobre las necesidades culturales de estas comunidades. Estrategias ya desarrolladas por el gobierno federal en años recientes. Finalmente, un aspecto importante es la incorporación de la telemedicina como forma habitual de consultas y diagnósticos a comunidades remotas. Sin embargo, esto implica la capacitación, de personal médico y sus usuarios, en el uso de herramientas digitales.

3. Enfermedades transmisibles y emergentes

Pese al gran avance que México ha logrado en el control de enfermedades transmisibles, como el sarampión y la tuberculosis, existen importantes retrocesos debido a factores como la disminución en las tasas de vacunación, la resistencia antimicrobiana y la amenaza de enfermedades emergentes. En este sentido, es importante resaltar la necesidad de fortalecer la vigilancia epidemiológica, mejorar la cobertura de salud y preparar al país para enfrentar futuras emergencias sanitarias, tal como sucedió con la reciente pandemia por COVID-19. Sorprendentemente, México ha experimentado una preocupante disminución en las tasas de vacunación infantil. De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, la cobertura de la vacuna triple viral disminuyó al 70% en algunas regiones en 2022 (El País, 2024). Esto representa el incumplimiento de la meta del 95% recomendada por la OMS. Un factor         que explica este hecho es la pandemia por COVID-19 dada la interrupción en los servicios de salud y el temor a acudir a los centros médicos. Esto ocasionó que en 2020 y 2021 se reportaron brotes esporádicos de sarampión en regiones del centro del país, tras haber sido declarado eliminado en 2016. La tuberculosis también afecta a poblaciones vulnerables. En 2021, México reportó más de 20,000 casos nuevos, concentrados en estados con alta marginación como Chiapas, Guerrero y Oaxaca. El diagnóstico tardío del VIH/sida, aunado la coinfección con tuberculosis, agrava la morbi-mortalidad en estas comunidades (Sánchez, 2020; SS, 2021; Solorzano-Santos et al., 2020).

Adicionalmente, enfermedades emergentes y el cambio climático acentúan las desigualdades en el acceso a la salud. México, como país megadiverso, es vulnerable a enfermedades zoonóticas debido a la deforestación, el cambio en los ecosistemas y el comercio de vida silvestre. La incidencia de algunas enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, el chikungunya y el zika, han aumentado en regiones tropicales y subtropicales. Para 2023, se alcanzó un número de casos de dengue de hasta 35,000, particularmente en Veracruz, Jalisco y Chiapas. Variantes de la gripe aviar y coronavirus zoonóticos son riesgos latentes en este desmejorado sistema de atención a la salud (El País, 2024; PAHO, 2025).

            El uso de antibióticos en forma discriminada ha ocasionado la resistencia antimicrobiana en humanos y animales, así como en el sector agricultor. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México, el 40% de los antibióticos se venden sin receta médica, lo que contribuye a la selección de bacterias resistentes. En consecuencia, infecciones como la neumonía y las infecciones urinarias, se vuelven resistentes al tratamiento, elevando sus costos y duración (INSP, 2020).

Ante este panorama, es imprescindible fortalecer los de los programas de vacunación, particularmente en comunidades rurales y zonas marginadas. También instrumentar sistemas digitales para monitorear la cobertura de inmunización y campañas de educación para la salud que mitiguen la desinformación sobre vacunas. El combate a la resistencia antimicrobiana ha sido realizado por leyes que prohíben la venta de antibióticos sin receta, así como la promoción de campañas para reducir su uso innecesario. El diseño de planes de contingencias que anticipen posibles futuras pandemias y el gasto en generación de conocimiento científico es también capital, al igual que la vigilancia de enfermedades relacionadas con el cambio climático. Todo ello debe ser parte de la agenda de políticas públicas en materia de salud.

4. Financiamiento insuficiente en salud

El insuficiente financiamiento en salud pública obstaculiza el acceso equitativo y la calidad de los servicios en México. La baja inversión gubernamental en el sector y la alta dependencia del gasto de bolsillo de las familias forman un haza de retroalimentación negativa que perpetua ambos aspectos. Para 2021, México destinó aproximadamente el 6.2% de su PIB al sector salud cuando la cifra promedio de países miembros de la OCDE es de 9.7%. Esta falta de inversión limita la capacidad del sistema para cumplir con las necesidades de la población, máxime en regiones marginadas. La reducción presupuestal, agravada por la pandemia de COVID-19, impacta negativamente en la infraestructura hospitalaria, la capacitación de profesionales de la salud y la adquisición de insumos esenciales. El gasto de bolsillo de los hogares en materia de salud no debe rebasar el 20% de sus ingresos. Sin embargo, en México este gasto representa el 31.4% (La Jornada, 2023; INEGI, 2022; El Economista, 2024). Esto implica la reducción de ahorros o el endeudamiento para cubrir medicamentos y servicios médicos. El sistema de salud multiinstitucional en México (i.e., IMSS, ISSSTE, PEMEX y servicios estatales), igualmente contribuye a la duplicidad en gasto y desigualdades en la calidad del servicio. Lo mismo sucede con la desigualdad en la distribución de los recursos, donde estados del sureste reciben menos recursos per cápita en comparación con otras entidades como Ciudad de México (OCDE, 2016; FUNSALUD, 2021). Esto mantiene las desigualdades en acceso y calidad de atención. La falta de transparencia y rendición de cuentas agravan esta situación. Informes de la Auditoría Superior de la Federación han revelado irregularidades en el uso del presupuesto asignado al sector salud (Impunidad Cero, s.a.). Finalmente, México dispone de 2.4 médicos por cada 1000 habitantes, una cifra inferior al promedio de 3.4 registrado por los países de la OCDE. Además, cuenta con 2.6 enfermeras por cada 1000 habitantes, lo que representa menos de un tercio de la cantidad recomendada, y únicamente 1.6 camas hospitalarias por cada 1000 habitantes (OCDE, 2016).

En este contexto, es prioridad aumentar la inversión pública en salud para alcanzar el 9% del PIB sugerido por la OMS y la media de la OCDE. Ello a fin de mejorar la infraestructura, adquirir tecnología médica moderna y capacitar al personal de atención a la salud. Es también plausible analizar los mecanismos para simplificar, e incluso, unificar los diversos sistemas de atención a la salud, además de establecer mecanismos que permitan la reducción del gasto de bolsillo. La prevención y la transparencia y rendición de cuentas es también un asunto pendiente en el sistema de salud mexicano. Además de fomentar y fortalecer alianzas entre el sector público y privado para atender las cada vez mayores y complejas necesidades de atención a la salud en la población mexicana.

5. Envejecimiento de la población y sus implicaciones para el sistema de salud

El envejecimiento poblacional plantea un reto mayor al sistema de salud en México. Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO), se estima que para 2030, más del 20% de la población tendrá más de 60 años (González, 2015; López, 2013). Ello implica una mayor carga de enfermedades crónicas, la demanda creciente de servicios de cuidado a largo plazo y un mayor gasto en salud. Adicionalmente, la esperanza de vida en México en 2025 se estima en 75.7 años, lo converge con una transición epidemiológica hacia enfermedades crónicas y discapacidades asociadas al envejecimiento. Este envejecimiento no es homogéneo, sino que entidades como como Ciudad de México, Morelos y Veracruz muestran la mayor proporción de adultos mayores (Peláez, 2009; OEM, 2022).

            Estos adultos mayores son más propensos a padecer enfermedades como diabetes, hipertensión, enfermedad renal crónica y demencias. Cerca del 95% de las personas mayores de 60 años presentan al menos una enfermedad crónica, mientras que aproximadamente el 80% padece dos o más. Enfermedades como la osteoartritis, la pérdida de visión y audición, y los accidentes cerebrovasculares que limitan la autonomía de esta población, aumenta la demanda de cuidados y rehabilitación. Por lo que esta población tendrá una mayor dependencia de cuidado a largo plazo a través de servicios especializados, como residencias geriátricas, atención domiciliaria y cuidadores capacitados. La realidad es que la oferta de estos servicios es limitada y, la existente, es poco accesible al general de la población (de Oca et al., 2008; INEGI, 2023).

La atención de estas condiciones y la provisión de cuidados geriátricos serán una importante carga financiera para el sistema de salud, la cual es además más costosa que la de un adulto joven.

El envejecimiento saludable es menor para personas de bajos ingresos y habitantes de comunidades rurales, los cuales enfrentan mayores dificultades para acceder a servicios preventivos y terapéuticos. Además, la proporción de geriatras en México es de uno por cada 15 mil personas mayores, lo que condiciona el cuidado especializado. Además, tras transformaciones en las estructuras familiares dejan cada vez más desprotegida a esta población (UIA, 2023).

Entre los retos a superar en este ámbito se encuentran la promoción del envejecimiento saludable desde edades tempranas, con programas que resalten la importancia de la alimentación saludable, la actividad física regular y el control de factores de riesgo como la obesidad y el tabaquismo. Además, es capital el impulso a la formación y capacitación de geriatras y otros especialistas para la atención gerontológica. La creación de un sistema accesible de residencias y servicios de atención especializada a adultos mayores es también imprescindible, siendo la telemedicina una opción asequible para esta población. Fortalecer las redes sociales del adulto mayor, subsidios económicos y beneficios para sus cuidadores familiares (i.e., permisos laborales, trabajo remoto) son también importantes.

Una vista panorámica de la situación actual

            La Tabla 1 resume de manera general el desarrollo del manuscrito que se presenta. En ella se detallan aspectos clave como la Categoría, los Retos principales, las Causas clave, el Impacto en la salud pública, y las Propuestas de solución. Adicionalmente, se implementó una metodología de ponderación del reto que incluyó elementos como el impacto a corto y largo plazo en la población y en los sistemas de salud, la prioridad estratégica, el impacto actual y el impacto emergente. Si bien fue un ejercicio subjetivo basado en el conocimiento del autor, fue útil para generar un algoritmo en el programa estadístico R para crear una representación visual del estado ideal y actual de los restos en salud en México (Figura 2) y un mapa de calor que identifica por categoría la atención a las dimensiones propuestas (Figura 3).

Tabla 1. Aspectos clave de los retos en materia de salud en México para 2025.

CategoríaRetos principalesCausas claveImpacto en la salud públicaPropuestas de solución
1. Enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT)Alta prevalencia de obesidad, diabetes, hipertensión y cáncer.Dieta no saludable y sedentarismo.Aumento de la mortalidad prematura.Promoción de estilos de vida saludables.
Costos elevados de tratamiento.Acceso limitado a servicios preventivos.Sobrecarga del sistema de salud.Incrementar la cobertura de tamizajes preventivos.
Déficit en programas de prevención.Baja inversión en educación sanitaria.Pérdida de productividad laboral y costos indirectos elevados.Fortalecer políticas fiscales (como impuestos a bebidas azucaradas).
Factores genéticos y determinantes sociales.Incrementar la atención primaria en ECNT.
2. Desigualdades en saludBrechas entre áreas rurales y urbanas.Concentración de infraestructura en zonas urbanas.Aumento de las tasas de mortalidad en poblaciones vulnerables.Expandir la infraestructura en áreas rurales.
Desigualdades en grupos indígenas y socioeconómicamente desfavorecidos.Baja inversión en salud en comunidades vulnerables.Dificultad para acceder a servicios básicos de salud.Capacitar y distribuir equitativamente personal de salud.
Disparidades en recursos médicos.Falta de personal capacitado en regiones marginadas.Exclusión social y económica.Implementar políticas de salud incluyentes con enfoque intercultural.
Uso de telemedicina.
3. Acceso a servicios de salud de calidadDeficiencias en infraestructura y tecnología.Financiamiento insuficiente.Incremento de la mortalidad evitable.Aumentar el presupuesto del sistema de salud.
Escasez de medicamentos en hospitales públicos.Desabasto recurrente de insumos médicos.Baja satisfacción del usuario.Optimizar la gestión de recursos (suministros y personal).
Listas de espera prolongadas.Altas tasas de rotación de personal.Reforzamiento de la desigualdad en salud.Implementar tecnologías digitales para la administración hospitalaria.
Desorganización en el sistema de referencia.Supervisión de la calidad en los servicios.
4. Salud mental y sus determinantesAlta prevalencia de depresión, ansiedad y suicidio.Falta de inversión en programas de salud mental.Incremento en suicidios y trastornos incapacitantes.Crear campañas nacionales de desestigmatización.
Insuficiencia de servicios especializados.Baja sensibilización de la población.Efecto en la productividad y calidad de vida.Incrementar el número de psicólogos y psiquiatras.
Estigma social en torno a los trastornos mentales.Estrés laboral, violencia y otros determinantes sociales.Dificultad para identificar y tratar casos oportunamente.Incluir servicios de salud mental en el primer nivel de atención.
Crear programas de intervención temprana en escuelas y trabajos.
5. Gestión de epidemias y pandemiasBaja preparación ante emergencias sanitarias.Falta de simulacros y planes de contingencia integrales.Altas tasas de morbilidad y mortalidad durante crisis sanitarias.Mejorar la vigilancia epidemiológica a nivel estatal y nacional.
Fragmentación del sistema de vigilancia epidemiológica.Dependencia de cadenas internacionales para insumos médicos.Sobrecarga en los sistemas hospitalarios.Garantizar reservas estratégicas de medicamentos e insumos.
Escasez de insumos durante contingencias.Infraestructura limitada en salud pública.Riesgo económico y social generalizado.Crear programas continuos de capacitación para el personal médico.
Promover la colaboración internacional en investigación y respuesta a emergencias.
6. Otros determinantes sociales y ambientalesEfectos del cambio climático en la salud (olas de calor, aumento de enfermedades vectoriales).Falta de políticas multisectoriales.Incremento en enfermedades infecciosas y respiratorias.Implementar políticas climáticas con enfoque en salud.
Impacto de la pobreza y migración en el acceso a servicios.Vulnerabilidad económica.Mayor carga en las comunidades marginadas y vulnerables.Invertir en vivienda y agua potable para comunidades marginadas.
Urbanización descontrolada.Desregulación ambiental.Impacto en la sostenibilidad del sistema.Integrar a los migrantes en programas de salud pública.
Falta de atención a poblaciones migrantes o desplazadas.Reforzar la regulación ambiental y monitoreo de contaminantes.

Figura 1. Gráfico de radar que ilustra el estado actual y el estado ideal de los retos que presenta el sistema de salud en México para 2025. V1: Enfermedades crónicas; V2: Desigualdad en salud; V3: Acceso a servicios; V4: Salud mental; V5: Gestión de epidemias; V6: Otros determinantes.

Figura 2. Mapa de calor que identifica por categoría la atención a las dimensiones propuestas. A mayor intensidad del rojo y valor numérico, mayor atención se ha puesto a la dimensión correspondiente.

NOTA ACLARATORIA.

Sobre su su autor y esta publicación: MSP José Noé Rizo Amézquita*

Este documento no ha pasado por un proceso de revisión por pares ni corrección de estilo.

Las opiniones presentadas en este documento son responsabilidad de su autor y no representan necesariamente las posturas de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, de la Facultad de Medicina de la UNAM, de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, ni de Editorial Mundo de Hoy, ni de ninguna de sus ediciones o plataformas en que se publica este documento

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